Clarita, “El alma de Dios” como se le conoce en Cartago, acaba de cumplir 90 años de vida, de los cuales 53 los ha dedicado a velar por el cuidado y la atención de los adultos mayores desamparados.
Clarita llegó a Cartago en el año de 1966 para trabajar como voluntaria en la Corporación Diocesana y se enamoró de la ciudad en la que decidió quedarse para siempre con el único objetivo de brindar atención a tantos abuelitos que no tenían un plato de comida o un lugar donde dormir.
Es imposible calcular la extraordinaria labor de Clarita y el servicio prestado a la ciudad en estos 53 años, una labor que desarrolla en medio de las dificultades económicas pero que logra sortear como dice ella con la ayuda de Dios.
Gracias a Clarita, los adultos mayores desamparados de Cartago, pueden tener alimento, posada, vestido, medicinas y afecto, lo que les permite vivir sus últimos días con mayor tranquilidad, algo que ella con su infinita bondad agradece, cuando la ciudad es que debe estar más agradecida