Editorial

La historia de una primicia de César Vallejo Restrepo

22 de Julio de 2020

Enviado por Gladys Patricia Contreras ([email protected])

Cesar Vallejo trabajó en la Agencia Nacional de Noticias y allí logró su máximo esplendor periodístico.

Les comparto este recuerdo que hoy hizo el también periodista Roberto Vargas: César Vallejo fue quien chivió con la detención de la plana mayor del M-19, una noticia que los militares y el Gobierno trataron de desmentir durante casi 24 horas, pero que al final tuvieron que reconocer. Recuerdo una noche en la que César Vallejo me dijo que si lo quería acompañar. Iba a entrevistarse con alguien. Nos subimos al móvil de Colprensa (no recuerdo quién era el conductor), sin fotógrafo, y llegamos a un barrio. Paremos aquí, dijo en una de las calles. Y se bajó. Yo fui a hacer lo mismo, pero me dijo que no, que lo esperara entre el carro. Se perdió por entre unas cuadras y me quedé, sentado en la parte de atrás, con la mirada fija en aquellas calles, con una intriga inmensa y preguntándome por qué me había dicho que lo acompañara si no me iba a dejar asistir a la entrevista. Algo debe estar pasando. Esto no es normal, me dije. Y al rato lo vimos venir. No sé cuánto tiempo pasó desde que se adentró en el barrio, pero no fue mucho. No corría, pero tampoco caminaba lento. Era ese andar de quien quiere ir rápido, pero a la vez no quiere que lo vean correr. Me parecían eternos los momentos mientras lo veía venir. Era, en realidad, como si la película de un momento a otro se hubiera puesto en cámara lenta, pero era pura ansiedad por saber qué pasaba. Abrió la puerta del carro de un jalón, subió, y le dijo al conductor: salgamos de este barrio y busquemos el primer teléfono público que encontremos. El conductor (que me perdone quien haya sido por no acordarme) lo hizo con lujo de detalles. Por segundos me imaginaba que estábamos como en una película, huyendo en una persecución. Por supuesto que no era así. Le pregunté qué pasaba, pero él estaba concentrado en lo suyo. Paramos en un sitio, César bajó rápidamente, habló pocos minutos por teléfono y se subió tranquilo. Vamos para Colprensa, dijo. Allí estaban Orlando Cadavid y creo que don Ángel, o Giraldo, o los dos. César entró a la oficina de Cadavid y allí se quedaron. Colprensa lanzó esa noche al mundo la exclusiva de que había caído la plana mayor del M-19. Supongo que los periódicos ya estaban avisados de que aguantaran la edición, sin decirles por qué, como ocurrió muchas veces, porque al día siguiente todos abrieron con la primicia. Pero ese mismo día, con la noticia en primeras planas, las Fuerzas Militares la desmintieron. Cuando escuché al primer militar en la radio, quedé estupefacto. Pero todos sabíamos quién era César Vallejo. Y yo sabía que la noche anterior se la habían confirmado. No sé quién me contó, o lo escuché de primera mano, pero el hecho es que César le dijo a Orlando Cadavid que, si la noticia no era cierta, renunciaba al periodismo. Y Cadavid le respondió: si no es cierta, renunciamos los dos al periodismo. Hasta ese punto confiaba en su periodista. Fueron hora eternas, hasta que, en la noche, los militares tuvieron que reconocer que era cierto. Ese era nuestro gran César Vallejo, un gran maestro, de esos que nos ayudaron a formar en una época en la que el periodismo era oro.



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